Mamá te recordaré
Sin lágrimas ni tristeza
Y en honor a tu grandeza
Mi poema te daré.
Por siempre yo te amaré
Eso ya dalo por hecho
El corazón de mi pecho
Late por tu sacrificio
De brindarme el beneficio
De la vida por derecho.
Nuestra lazo tan estrecho
A pesar de la distancia
Que obligó la circunstancia
De escapar a un nuevo lecho.
Desde éste lado del trecho
Te pienso yo diariamente
Tu recuerdo está presente
Y en mis entrañas fundido
Como un lucero prendido
De su nocturnal ambiente.
Yo sé que usted ya no siente
Y que no me puede ver
Ni brindarme de comer
Ni darme un beso en la frente.
Yo sé que ya estás ausente
Mamá, de vida y figura.
Pero tu espíritu es cura
Y sosiego de mi alma
Me acaricia con su calma,
Con su cariño y ternura.
Triste fue tu sepultura
Porque no pude ni verte
En esa pena se vierte
Mi razón vuelta locura.
Pero tu voz me murmura
Mamá, desde la distancia,
Con ecuánime constancia
Acariciando mi pena
De tu recuerdo se llena
De tu alegría y fragancia.
Saturada fue mi ancia
Por besar tu frente hierta
En esa caja que muerta
Yaciste sin elegancia.
Comprendo madre tan rancia
Realidad del universo
Me queda solo mi verso
Para llenar el vacío
De éste corazón sombrío
En tu recuerdo, inmerso.
En mi soledad converso
Contigo mi viejecita
En voz baja me doy cita
Con tu corazón muy terso.
Con el mío por lo adverso
Hecho trozos con tu ida
Ya no es lo mismo la vida
Pesa un mundo tu distancia
Tu sonrisa, tu flagrancia,
En tan eterna partida.
Pero te pienso dormida
Así en un sueño profundo
Y segundo tras segundo
Sobre tu cama tendida.
Duele menos tal herida
Madre si así yo te pienso
Dormida bajo ese lienzo
De magnitudes eternas
Aunque siempre me consternas
El corazón indefenso.
©Lázaro Oscar Correa Govea. 05/10/2020
MI EXILIO EN POESÍA 